junio 03

Claudio Bravo, la ambición y los mamporreros…

La Real Sociedad tiene una correa de transmisión mediática cuyo proceder, por repetido hasta la saciedad en los últimos decenios, es muy previsible. Si hubiese que resumirlo en un puñado de palabras, se condensaría en algo parecido a «que todo parezca un accidente y que nada salpique a uno de los nuestros». El caso Claudio Bravo discurre por los mismos derroteros y por eso es bueno aclarar algunos aspectos, para que los mamporreros encuentren su tarea de manipulación más complicada.

Claudio Bravo no se marcha por dinero como se está insinuando -con muy buenas formas, no le vayamos a enfadar-. Claudio Bravo no ha presionado al club. Claudio Bravo ha recibido una oferta de un gigante del fútbol mundial que le permite dar un paso más en una trayectoria dilatada y exitosa. Eso implica tener que dar un giro de tuerca competitivamente hablando -su duelo diario lo vivirá con Stegen, un meta alemán de 12 millones-. Eso implica vivir cada día la exigencia de ganar y ganar y ganar hasta los amistosos. Eso implica aspirar a ganar Champions, Liga y Copa. A compartir plantilla con el mejor futbolista del mundo… ¿y de la historia? Eso, claro, va ligado a una mayor ficha. Pero no hablamos de fichar por el Celta cobrando más. No. Si lo hiciese, si se fuese a un equipo menor, sin aspiraciones, cobrando más, sí podría usarse el argumento del dinero. No es el caso.

Hablemos de ambición. No sin antes, recordar -y por eso la afición no ha puesto ningún pero a su previsible salida-, que Bravo siempre fue de cara. Desde sus primeras ruedas de prensa en 2006 aclaró, explicó (y es algo antipopular pero él no engañó a nadie) que si surgía la posibilidad de crecer deportivamente y lo veía claro, le gustaría dar ese paso más allá. Dadas unas circunstancias, deportivas y extradeportivas. Porque parte de la familia de Bravo es donostiarra de nacimiento. Porque sus hij@s están plenamente integrados en la ciudad, la cultura guipuzcoana e incluso hablan euskera. Y por muchos más motivos.

 

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Pero como decía, hablemos de ambición. Claudio Bravo no ha sido un elemento cómodo en el vestuario. Ojo, todos los jugadores -al menos con los que yo he hablado durante estos años- lo ponen por las nubes, todo son alabanzas. Pero Bravo es de los que no se callan. Como decía, acumula más experiencia que nadie en el vestuario y solo piensa en ganar y crecer, ganar y crecer. Y cuando ha visto asuntos censurables o, por lo menos, debatibles, ha alzado la voz. Salió publicado en Mundo Deportivo y Noticias de Gipuzkoa la semana pasada. Bravo no era la persona más feliz del mundo tras ver cómo se había preparado el partido -posterior batacazo- del Villarreal en el que la Real se jugaba mucho más de lo que su entrenador dejó entrever en rueda de prensa. Un quinto puesto que al final acabó siendo séptimo. La semana anterior al ridículo realista, traducido en dos puestos en la clasificación, registró muchos incidentes poco profesionales. Una fiesta de varios jugadores dos días antes del partido. El mensaje del entrenador, derrotista y absolutamente pusilánime, etc.. Ante este tipo de comportamientos poco profesionales, algunos jugadores optan por callarse. Pero cuando uno se debe a un club, a una afición y tiene galones de líder -aunque incomprensiblemente no sea capitán-, lo dice. Esa es la pasta de la que están hechos los líderes.

Y en este club que es la Real Sociedad, que tiene cosas maravillosas -la cantera, sin ir más lejos, su afición, por poner otro ejemplo-, el talón de Aquiles es la autocrítica y la falta de eso que a Claudio Bravo le sobra. Ambición. ¿Se marcha Bravo por falta de ambición en el club? Yo eso no lo sé. La palpable falta de ambición, ayudar, no creo que haya ayudado. La lógica me dice que se marcha porque ha recibido una oferta deportiva irrechazable, tan irrechazable que nadie en el club la cuestiona (ni el entrenador ni el presidente). Pero… Contraataco con una pregunta para la que no tengo respuesta.

¿Ha llamado alguien de la Real Sociedad a Claudio Bravo desde que saltó a la palestra el interés del Barcelona? Porque cuando Asier Illarramendi se marchó -y en aquel caso ponían el montante de la cláusula sobre la mesa-, se le ofreció ser el mejor pagado del club. Mi pregunta, puñetera, es: ¿Ha llamado alguien en la Real Sociedad a Claudio Bravo? Yo no tengo respuesta a esa pregunta pero hay periodistas que pagan los garbanzos con lo que pagáis cuando compráis sus periódicos y se me ocurre que nos pueden sacar de dudas… En el affaire Illarra, Aperribay se apresuró a declarar que habían ofrecido a Illarramendi ser el mejor pagado de la plantilla. Sin embargo, Aperribay lleva unos días que no dice esta boca es mía. Me gustaría conocer la respuesta.

Si le han llamado, si le han ofrecido una mejora contractual y Bravo sigue considerando la opción del Barcelona más interesante, no habrá problema, como ya han asegurado desde el club. Es una oferta irrechazable a un profesional como la copa de un pino -eso nadie lo discute- y el club pedirá su parte, faltaría más.

 

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Sin embargo, si el club, es la hipótesis alternativa a la anterior, ni siquiera ha llamado a Bravo para ofrecerle una mejora, para preguntarle si existen opciones de que se quede… Estaríamos ante la evidencia de que el club quiere vender a Bravo -Enrique Marín informó hace meses que el club lo había ofrecido en el mercado, entre otros al Manchester City-. Lo que no cuadra, de ninguna manera, es que el club viaje para reunirse con el Barcelona, y no al revés. No cuadra porque cuando un club va a por un jugador tuyo y tú no quieres vender, te quedas en tu casa y es el club interesado el que se desplaza a tu sede, en este caso a Gipuzkoa. No ha sido el caso, así que quizás estemos ante una pista del meollo de este asunto.

En este club, los mamporreros mediáticos a las órdenes del poder de turno, llámense Odón Elorza, Jokin Aperribay o Markel Olano, siempre atacan al que se sale de la norma. Y la norma en Zubieta es callar. Minimizar la ambición -todos ponemos nombre a declaraciones del tipo «ese rival no es de nuestra liga», «la Champions es para disfrutar», «si perdemos el domingo será una temporada buena y si ganamos, muy buena», etc, etc, etc-.

Hay varios mantras que otorgan puntos para una larga carrera en Zubieta. Recordar de donde venimos (si venimos de una época convulsa, si venimos de firmar Champions mejor no utilizar ese argumento). Recordar que tenemos poco dinero (salvo que el banco esté lleno de billetes, entonces mejor no usar ese argumento). O el ya mítico «prefiero ser decimoquinto con solo jugadores de cantera a ser tercero con once extranjeros». Frase, por cierto, que además de no tener ningún sentido encierra, en ocasiones, un tufillo xenófobo. Ah, y no lo olvidéis, bajo la etiqueta «extranjero» entran futbolistas como Kovacevic o Bravo, a quienes considero de casa. Desde luego, más de casa que muchos nacidos en Gipuzkoa. Yo al menos me siento mucho más identificado. Gracias a su nivel, sí, pero también al amor que profesaron y profesan a este club y esta ciudad/territorio.

No me quiero olvidar, como decía, de los mamporreros mediáticos. Sí. De esos que escribieron sobre Diego Rivas que «es rubio y es listo, es el jugador que necesitaba la Real» -cuando en la Real gobernaban Fuentes y Bakero-. A mí Rivas siempre me pareció un jugador limitado. Al principio y al final. Pero es curioso cómo el hoy eibartarra mejoró sus prestaciones y acabó siendo incontestable en Segunda, posterior bajada de sueldo… Pero bajo el mandato Badiola -y a estas alturas no creo que tenga que explicar lo que pienso sobre Badiola-. Y resulta que el jugador rubio y listo, que en su primera temporada no dio una a derechas (pero lo habían traído Bakero y Denon y había que ponerlo por las nubes), pasó a ser moreno y tonto con Badiola. Como digo, pese a que su rendimiento mejoró (a mí nunca me gustó, aclaro, pero ni cuando llegó a Donostia, ni cuando Badiola y Lillo le recuperaron para el fútbol). Ah, y quiero aclararlo, me parece un buen tipo con el que me paro a hablar cuando le veo cerca de la Universidad.

Los mamporreros han protagonizado un sinfín de faltas a la verdad en todo este tiempo. La última en la despedida de Montanier. Se escribió sobre él antes de su marcha. concretamente el amigo del fontanero que no es amigo del taquillero (porque ni es ni ha sido socio de la Real Sociedad). «Se marcha por dinero. Montanier se va por dinero tras recibir una oferta económica desorbitada del Rennes».

Resulta que Montanier supo de esa publicación. Se enfadó. Y estuvo incisivo en su rueda de prensa de despedida. «Voy a perder dinero. Cualquiera que conozca la fiscalidad francesa -que se lo pregunten al actor Gerrard Depardieu-, sabe que a partir del millón de euros, el 75% de tus emolumentos va destinado a las arcas de Hacienda». Y los mamporreros, de nuevo, en fuera de juego. Hace veinte años, sin periódicos digitales, sin redes sociales, sin opción de contrastar, Montanier hubiese salido del club con la vitola de pesetero.

Esta vez, el mamporrero de turno quedó retratado. Lo cierto es que Montanier se marchó porque consideraba que se había hecho acreedor de más confianza. La confianza se traducía en algo más de un año de contrato. Aperribay se lo negó. Curiosamente, Aperribay ha renovado a Jagoba Arrasate por dos años, los que le negó a Montanier, que pierde dinero en Rennes, por cierto. Y ojo, no estoy valorando a Montanier. Simplemente expongo los hechos tal y como se dieron, a partir de ahí, tengo mi opinión sobre Montanier que no viene al caso. Supongo que como todos.

Por eso, ayer muchos realistas nos enfadamos -y así lo expusimos en twitter- al leer, sibilinamente (porque encima son cobardes), que Bravo se va por dinero. A periodistas y a algún empleado del club que, si tiene un mínimo sentido de la ética, debería opinar con nombre y apellidos, al menos cuando lo haga sobre un futbolista que, como él, está en nómina de la Real Sociedad.

Ya tendréis opción de seguir ejerciendo de mamporreros. Y algunos tendremos opción de demostrar que mentís. Como demostró Philippe Montanier, dejandoos en fuera de juego. Como hicimos algunos periodistas al recalcar, por activa, pasiva y perifrástica, que la cláusula del contrato de Vela no era como la habéis contado durante dos años. Y son solo dos ejemplos.

Pero volvamos al tema que nos ocupa.

Claudio Bravo se merece salir con honores. Sin tener que soportar insinuaciones insidiosas. Sin estar ni siquiera en Gipuzkoa y, obviamente, con otros asuntos (un Mundial) en mente. Con Darko Kovacevic, por motivos desconocidos, ya la pifiamos. Porque a muchos, sobre todo a los chavales de mi generación que crecimos viendo a la Real en Atocha, nos hubiese gustado despedirle en los prolegómenos de un partido, evitando que saliera -el segundo máximo goleador de la historia del club en Primera- por la puerta de atrás.

Si lo volvemos a hacer tan mal con Claudio Bravo -al tiempo que otros jugadores reciben homenajes sin sumar ni la tercera parte de los partidos que el futbolista chileno-, es que no tenemos perdón. Me refiero al club. Los mamporreros ya pagan su penitencia vendiendo cada día menos periódicos. Luego se extrañan y se preocupan.